Hace 12 años, cuando el intendente
Horacio Quiroga asumía su primera gestión, dos de sus primeras
medidas referidas a la política cultural fueron reforzar el “Neuquén
cultural” (que casualmente se fue abandonando con el tiempo) y
sacar del Anfiteatro del Parque Central, al grupo de artistas que
gestionaban y organizaban actividades en ese lugar.
¿Qué ocurrió desde entonces?.
Mientras se cajoneaban los 20 proyectos presentados por artistas para
impulsar el anfiteatro, desde la Municipalidad comenzó a abandonarse
sistemáticamente el lugar. Se lo dejo de iluminar y sí se lo hizo
se lo iluminaba poco. No se lo limpió con la frecuencia que debería
hacerse en los espacios públicos. Nunca se puso siquiera un baño
químico. Los accesos y veredas, rotos, nunca fueron arreglados. No
se le brindó seguridad, entendiendo la seguridad los puntos
anteriores y no sólo la presencia policial. Y si uno tenía el
atrevimiento de pedirlo para un evento la respuesta era positiva
siempre y cuando uno lo limpiara. Cosa que le correspondió siempre a
la Municipalidad. Eso sí, cuando el propio Ejecutivo hacía algo
ahí, que lindo que se ponía.
Esos 12 años sirvieron para hacer con
la sociedad neuquina una suerte de experimento sociológico o
psicológico o ponganle el nombre que quieran. Abandonar el lugar,
ocultarlo, invisibilizarlo, para que con el tiempo a nadie le
interesara el Anfiteatro, que la ciudad se desapropiara de él y no
le importara si un día se lo tapaba para abrir una calle. Hecho que
pudo confirmarse al hacerse público el CDNTRATACION DIRECTA DE N°
03/2012
Expediente DE N° 326-M-2012 .
La historia que nació el 29 de abril
habla a las claras del fracaso de esta estrategia de Quiroga o, en
todo caso, de su proyecto de gobierno. Aún así, muchos sectores, en
los primeros meses de lo que representó y representa esta lucha, se
hacían eco del experimento y vociferaban “Si ese lugar era una
mugre, siempre estaba oscuro, había ladrones y borrachos, la gente
lo usaba de baño y de cama pasional”. Palabras que hablan de una
falta de cumplimiento de sus deberes por parte del Municipio. Pero
nadie, aparentemente, quiso ver ese lado de la historia como tampoco
quisieron ver la violación sistemática de ordenanzas por parte de
la misma Municipalidad.
Un negocio de 12 millones de pesos
anuales fue lo que se arruinó con el rescate y destape del
Anfiteatro. Un negocio que implicaba estacionamiento. Hoy una parte
del Parque Central tiene un Arco Romano, más conocido como Arco
Romano Marixa Balli, y por como está quedando, todo parece indicar
que estacionamiento es lo que habrá durante toda la semana.
El Arco busca invisibilizar el
Anfiteatro Recuperado Gato Negro como espacio cultural. Nuevamente,
desde la Intendencia se busca polarizar el asunto. Cultura de elite y
cultura popular. Esto es bueno, aquello es malo.
Tampoco se trata de restarle mérito de
importancia y trascendencia al artista que venga de afuera. Para
nada. Pero lo correcto es apoyar con la misma intensidad a lo
nuestro, a lo propio. Y aquí surge una vez más la estrategia del
desapropio que no es exclusiva del gerente general de la PYMES Nuevo
Compromiso Neuquino, sino de todos los que han pasado por la Cartera
de Cultura en los diferentes Gobiernos. Apoyar al de afuera y, en
todo caso, a ciertos referentes regionales, para que poco a poco, lo
propio pasara a ser casi ajeno y que la sociedad lo hiciera a un
lado.
Por suerte, existen los artistas
independientes que han logrado sostener el arte local. Podrán
gustarnos o no algunas expresiones, pero lo mismo ocurre con lo que
viene de afuera.
El último episodio de esta estrategia
no tiene que ver en si con un espacio cultural pero si con un espacio
de encuentro social, de contención, de recreación y esparcimeinto.
Caramba, es exactamente lo mismo.
Ayer, se cementó la pileta del Barrio
San Lorenzo, en pleno oeste neuquino. En el sector de la ciudad del
que muchos se acuerdan en las campañas o cuando hay que pavimentar.
El sector de la ciudad que siempre se posterga porque es el centro al
que hay que poner lindo y bonito. Y de nivel, nos olvidemos que es de
nivel.
¿Qué ocurrió con la pileta?. Se la
clausuró en numerosas oportunidades. Se la rehabilitó sin mejoras
en su infraestructura. Se la abandonó. Se le dejo de brindar
seguridad, entendiendo la seguridad como un todo. Incluso, los
alrededores parecían estar destinados al mismo final. El experimento
sociológico triunfó.
La gente se desapropió del lugar. Le
dejo de importar el lugar ni se molestó con que se lo haya tapado.
Como ocurrió con el Anfiteatro, la
medida fue inconsulta. Los argumentos del propio Quiroga, si se los
analiza un poco, lo descubren en su incumplimiento de
responsabilidades. Y hay un importante grupo de vecinos que si usaban
el lugar que hoy no cuentan con su espacio de recreación para el
verano en un sector de la ciudad que busca ser marginado.
Y no tanto.
¿Por qué se tapó en realidad la
pileta?. En el proyecto que se impulsa para el Parque Oeste figura
una pileta nueva, linda y bonita y de nivel. El negocio es construir
una pileta y no mejorar y revalorizar la ya existente. No pueden
existir dos en el mismo lugar. No gusta la competencia. Lo público
es visto como enemigo del negocio, parece.
Y más ejemplos sobran. Podemos citar
las plazoletas de Avenida Olascoaga, los anfiteatros en otros barrios
como el de Cuenca XV y hasta los balnearios en el Río, lo que nos
lleva al desmalezamiento de la zona y el negocio inmobiliario.
¿Cómo podemos plantarnos ante esta
situación?. Es cuestión de apropiarnos de los reclamos, hacerlos
carne y denunciarlos. Pero no quedarse en la denuncia o en la postura
“todo es una mierda, mejor me encierro en mi burbuja”. Hay que
trabajar para corregir esa situación. Y si ese trabajo implica usar
las mismas herramientas que utiliza nuestro eventual enemigo, es
decir, los medios, hay que utilizarlas Hay que hacer público lo que
realmente hacen y no lo que dicen que hacen.
Y sí, es una cuestión política. Pero
lo político no tiene porque ser considerado algo malo. Lo político
no tiene que ser algo propio de los partidos ni de los funcionarios.
Su mal desempeño no tiene que teñir a la política que, como arte
de la discusión de ideas y construcción desde la diferencia, es
apasionante. Si no lo consideramos así, ahí si que estamos fritos
si cedemos ante esta nueva estrategia.
La llamada mayoría silenciosa tiene
una voz. Es hora de que sea escuchada. Y poco a poco, espero, vamos
camino a eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario