jueves, 21 de mayo de 2009

En medio de las testimoniales, alguien da el ejemplo...

Ni siquiera el uso que pretendió darle K al hecho pudo disfrazar el verdadero mensaje...



En el instante posterior a la jura, después de una memorable ovación, Jorge Rivas salió con su silla de ruedas hacia la parte de atrás del recinto. Allí recibió el abrazo de militantes, amigos y de toda su familia. Y lloró, conmovido. Todos lloraban a su alrededor.
Los casi 180 diputados presentes aplaudieron de pie. El diputado socialista, que en noviembre de 2007 recibió un tremendo ataque en la calle que lo dejó al borde de la muerte, asumió su banca en Diputados ayer, un año y medio después.
"Es un ejemplo de vida. Los chicos están chochos por lo que el padre hace por todos nosotros", relató emocionada Sandra, su esposa.
Desde la mañana, Rivas vivió su día distinto con inevitable ansiedad. Se levantó pasadas las 9, y como todos los días, chequeó los mail, miró internet. Para reservar toda la energía posible, no cumplió con la rutina de ejercicios matinales. Antes del mediodía, se detuvo a elegir el traje que usaría. Tuvo en cuenta cuatro opciones y terminó eligiendo un clásico ambo azul, con camisa celestita y corbata al tono.
Con un ojo puesto en la televisión y el otro en sus colaboradores, Rivas esperó ya con ansiedad el momento de bajar de su departamento y recorrer los 300 metros que lo separan de la puerta de ingreso al Palacio del Congreso. Con sus colaboradores, calibró la computadora portátil que lo acompaña a todos lados para que esté lista para dar el "sí, juro" —Rivas se comunica a Través de su computadora—. Hasta que en el recinto se conformó el quórum y llegó la orden de salir.
Cuando el auto de Rivas se estacionó en la dársena sobre la avenida Rivadavia, detrás de él se detuvo otro auto oficial, el que traía a Néstor Kirchner y al ministro Florencio Randazzo. Allí, en la vereda del Congreso, se produjo el primer abrazo emotivo de la tarde, nada menos que con el ex presidente, que fue especialmente al Congreso para su jura. También Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete, fue ayer a emocionarse con la asunción de Rivas.
Recién a las siete de la tarde el diputado socialista volvió a su casa. Exhausto del ajetreo de un día cargado de emociones, fue directamente a descansar a su cama. La épica del militante que no se dio por muerto ni cuando estuvo a un tris de la muerte, ayer escribió una página inédita en la historia de las pasiones políticas. (Fuente: http://www.lacapital.com.ar/)

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