Noche de viernes en el Museo Nacional de Bellas Artes Sede Neuquén. O como prefiero llamarlo yo, la sala grande de exposiciones. Mi reloj marcaba las veinte y diez y el tufillo a vino y champagne amenizaba las charlas de ignotos ilustres que alababan el status que le daba a la capital provincial el edificio en el que se encontraban.
¿Qué hacía yo entre gente de alta alcurnia?. Estaba dispuesto a escuchar a Miguel Brascó, quien a pesar de ser abogado, escritor y dibujante, es más reconocido por ser especialista en cuestiones relacionadas a los vinos y su particular mundo. Para los que no hayan leído nunca sus artículos, Brascó habla con cierto humor de los vinos riéndose de las etiquetas que le han colgado a través de los años.
La charla fue amena y bastante divertida. Sobre todo cuando destacó que el vino tiene olor a vino y punto, y no que tenía más de 600 aromas, entre los cuáles se destacaban las almendras de un bosque con nombre alemán. Pero este no era el objetivo de estas palabras. En realidad, sí porque está relacionado. Brascó se reía en la cara de muchos de los que lo habían ido a ver. Justamente, esa gente que se cree que un vino bueno es bueno si la botella es cara, aquella gente que se cree experta porque una vez le contaron algún secreto del vino, aquella gente que sólo comparte una copa en un evento de prestigio y encima gratis, aquella gente que se olvidó de que no importa qué vino tomas sino con quien lo tomas y en qué momento. Tal como ocurre en las charlas de mate.
Tal vez estoy sobredimensionando un poco las cosas. Pero creo que es parte de una costumbre que me está molestando o, al menos, me hace ruido en la cabeza desde hace un tiempo. Uno no debe hacer algo o ir a algún lugar porque te deja bien parado a los ojos del otro o porque es políticamente correcto. Uno debe hacerlo si siente que tiene que hacerlo. Es así de simple. Habrá obligaciones de por medio en algunos casos. No lo niego. Pero, en mi caso prefiero mantener la autenticidad de mis intenciones. Y esta es, al fin y al cabo, parte de la esencia de Eurisko.
Dichas estas palabras, les informó que, a pesar de que mis notas predominen en este espacio, el juego está abierto a todos aquellos que quieran participar en la redacción. Poco a poco, estoy armando un interesante equipo de colaboradores. Y eso me entusiasma. Y mucho (Momento para el chiste interno: Me salió a lo HG).
2 comentarios:
Este blog es espectacular...
Jaja.. el diario me escrachó tomando vino en una exposición de arte en el nuevo edificio de SOSUNC. ¿Te imaginas de que bodega eran no?
Creo que hay que buscar un método para abolir la careteada de el arte y las exposiciones de arte. En el próximo evento habría que llenar unas botellas vacías con etiqueta de marca de Termidor, y servirla en las mesas. A ver si logran descibrir el verdadero sabor.
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